COALICIONES… FRENTES

 

Cuando se habla de coaliciones o de frentes quizá no se alcance a comprender el significado que tienen esos vocablos y sus consecuencias en la vida política.

A veces se los utiliza como sinónimos y en realidad no lo son.

Una coalición, desde el punto de vista jurídico político, consiste en un convenio de incorporación entre partidos políticos preexistentes que se ponen de acuerdo. Uno subsiste con su denominación, emblema, color, personalidad jurídica, vigencia de registro, y el otro u otros quedan  incorporados y al mismo tiempo disueltos o extinguidos en el mundo del derecho.

En la Argentina la cuestión no se entiende de esa manera, según los hechos ocurridos, ya que aquí se llama coalición a la “concurrencia” de algunos políticos que se despegan del propio. El ejemplo típico es el de los radicales que coalicionaron con Cambiemos, pero el resto quedó en el Radicalismo, que por eso no se extinguió. Así, esa llamada coalición es una coalición a la argentina, ya que no fue entre partidos sino entre Cambiemos y algunos prosélitos.

En el caso de los frentes, se trata de un convenio entre partidos que conservan su individualidad, su denominación, emblema, color, documentos básicos, derechos, prerrogativas. Conservan su personalidad jurídica, su convenio de unidad es temporal, sólo es unión de actuación, estrategias y recursos, para la consecución de objetivos políticos y sociales que no son de naturaleza electoral, los cuales quedan precisados, así como el plazo de vigencia.

Por eso, puede decirse que no se avisoran frentes en los grupos  o personas que pasaron de un lado al otro teniendo en cuenta esta teorización, y así se puede afirmar también que son frentes a la argentina (por no decir: made in casa).

Veamos que trascendencia tiene todo esto que se parece a una especie de degeneración política. El mejor ejemplo es el partido Radical, que en un primer momento se planteó lo referido a la expulsión de los tránsfugas (transfugar: cambiar de ideología) y luego se fueron suavizando las cosas  lo que provocó un éxodo permanente hacia otras fuerza políticas.

Ahora, a medida que aparece una especie de disconformismo con el actual gobierno, el partido que para nada se extinguió, renació de las cenizas y se muestra fuerte como partido independiente, exteriorizando lo que debió exteriorizar desde el comienzo del proceso, si desde allí se hubieran intelectualizado las falencias apuntadas.

A nivel nacional subsisten algunos desencuentros entre al Comité Nacional y la Convención Nacional Radical, seguramente porque no es fácil emparchar o reconstruir un jarrón de cerámica que se cae y se hace trizas.  

Ahora el radicalismo parece encontrar su propio camino dejando atrás a Negri, con su nuevo grupo que es “Córdoba Cambia”, Luis Juez que lo acompaña y  que no se sabe de ni de dónde viene ni para donde va, ahora se presenta como candidato a intendente por Córdoba Cambia. Mestre en cambio parece no haber renunciado al partido y es candidato Radical.

Lo que si queda a la vista es que quizá hubo una aquiescencia de los radicales para acercarse a Cambiemos, no obstante la diferencias ideológicas que los separan, con la esperanza de lograr más espacios de poder que los que tradicionalmente ha tenido en la Argentina. Así engrosaron  al Pro y tuvieron como respuesta la nada, porque en los hechos Cambiemos siguió siendo el Pro Capitalista de Macri.

Lo grave de todo esto es que intentaron unir el aceite y el vinagre y el más fuerte abrió una etiqueta, fumó y dejó las cenizas en el camino.

JORGE SAPPIA OBREGON

 

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