Alberto Fernández, rápido de reacción e inteligentemente, en cuanto supo que un virus se había escapado en algún lugar, hizo al instante un estudio sobre los valores humanos, y poco le costó entender que el primer valor es la vida. Por eso dispuso cuarentena que día a día se fue haciendo más amplia, ante lo que después el mundo  entendió como una necesidad imperiosa para salvar vidas. 

Otros la aceptan como algo necesario, porque en el fondo también entienden que de nada vale cuidar los valores económicos, si a la par, o más rápido, se va agotando la existencia. Y otros la rechazan por ignorancia. La cuarentena es una medida ideal en el mundo entero para terminar con el virus, pero ello no quiere decir que no produzca efectos negativos, como la paralización de los procesos productivos de los cuales vive el hombre.

De este modo se afrontan situaciones que deben ser merituadas segundo a segundo, según las consecuencias que produce el aislamiento porque, por el momento,  se puede ir deteniendo la pandemia y por otro lado, aparecen las necesidades económicas de una población que vive del trabajo día a día. Por eso es que el gobierno trata de llegar a los más necesitados, ya que el aislamiento los transforma en sujetos pasivos, sin retribución económica alguna. Esto no es ningún descubrimiento, porque aquel que vive al día, si no trabaja no aporta los medios mínimos para su subsistencia, y también se coloca en situación de riesgo casi como si fuera, a la larga, víctima de la pandemia. Entonces ante esta ecuación aparecen los “intelectuales”, que equiparan la necesidad de los que más sufren con los que pierden porcentajes de las ganancias a las que  no quieren renunciar, ni aun en momentos de crisis, en donde está en juego la vida de todos. (Ejemplo: Paolo Rocca).

Los ricos de dinero, no de espíritu solidario, despiden empleados pobres. Se olvidan de fortunas que hicieron en la impunidad, como la herencia que dejó Franco Macri. Esto debe servir para que en el futuro, la correcta selección democrática de los mejores, no se enturbie con el engaño.