LA SOLIDARIDAD QUE DA ASCO


Estos tiempos de pandemia me hacen reflexionar sobre un concepto de difícil identificación y de fácil confusión, la solidaridad.
Mis dos abuelas pertenecían a dos entidades benéficas, una a CARITAS y otra a la Asociación Cristiana Femenina (ACF) y las he visto actuar «dando» objetos o prendas en diversas situaciones, la pregunta QUE SIEMPRE ME HICE es: ¿La solidaridad tiene que ver con un acto de amor y entrega hacia al otro o si tiene que ver mas conmigo que con el otro?.
Digo que la caridad relacionada con la solidaridad desde una concepción católica , en ciertas ocasiones tiene rasgos de perversión, cuando se exterioriza o se divulga , cuando lo que se da es lo que sobra, cuando el fin no es el gesto, cuando solo es un gesto y no una forma de vida.
Cuando la solidaridad es una moda de carriles rápidos donde yo me subo y me bajo en la otra parada, sobre todo la «solidaridad política», no es solidaridad: es un maquillaje del egoísmo encubierto. La idea de la palabra solidaridad se utiliza para legitimar una construcción política y pareciera demandar siempre un cierto nivel de pseudo-naturalización, como si fuera necesario, para cumplir con dicha función, ponerla por fuera de lo político, de sus dimensiones de artificio, de decisión.
La solidaridad no es ese concepto que nos quieren inculcar, solidaridad no es hacer algo por el otro con la plata de otro, la solidaridad no es hoy, es siempre, la solidaridad debe costar, debe doler, debe ser un acto de absoluta convicción y reflexión, debe ser diaria, constante, duradera en el tiempo, no debe tener olor a limosna, eso no sería solidaridad si no una oda a la hipocresía. (PABLO GUERRERO PARA VDX)
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