El peso de las trabas a la importación, combinado con el reciente salto del dólar, ya genera situaciones y dolores de cabeza comerciales que oscilan entre lo insólito y lo preocupante. El faltante de productos como el salmón y mariscos, por ejemplo, comenzó a hacerse evidente en el último mes y los restaurantes que ofrecen el pescado se han visto obligados a reformular sus cartas para mantener de alguna forma la clientela.

Esta situación es reconocida por grupos y entidades ligadas al rubro gastronómico que, aunque se cuidan de elevar la voz en la crítica, reconocen el malestar y afirman que están reemplazando productos importados.

Situación similar está sucediendo con bebidas importadas como son licores y whiskys.

Todo indica que cuando acaben los stock intermedios los faltantes irán aumentando sostenidamente hasta llegar a la escasez total de ciertos productos.